El cumpleaños 

Era el cumpleaños de Tobi. Como siempre, al principio de la lista de los regalos que quería, ponía “¡un perro!” entre dos grandes admiraciones. Desde que Tobi tuvo uso de razón nada había deseado más que un perro: un perro de verdad, un perro vivo. Pero lo único que había conseguido eran perros de peluche: cada cumpleaños uno. ¡Y no había comparación posible! ¡No había ni punto de comparación! Cuando Tobi entró por la mañana en el cuarto de estar, donde, encima de la mesa adornada para la fiesta, había diez velas encendidas, encontró todos los regalos… pero no había un perro; ni siquiera uno de trapo.

se sintió tan triste que ese día no quería saber de regalos ni de nada ni nadie, el siempre había soñado con un perro de verdad para regalo de cumpleaños.Luego en el colegio le pidieron que realizara una actividad y se imagino estar con el perro y cuando se fijo que era solo una actividad y se sintió triste.



Tobi hace tiempo que quiere un perro, pero sus padres se niegan a comprárselo. No desean tener un perro en casa. Pero el día en que Tobi cumple diez años ocurre algo sorprendente: encuentra en la calle a un San Bernardo vagabundo. Al animal le entusiasman las trufas de chocolate, por lo que Tobi le pone el nombre de Chocolatoski. Sin embargo, lo más asombroso es que ¡el perro habla!


















































































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